La vida de las estrellas del rock no es fácil… en el fondo. Yaaaa, sí, lo sé, aparentemente lo tienen todo, fama, dinero, chicas haciendo cola, giras en lugares exóticos, cero jefe ni horario. Sobre el papel mola, sobre todo el punto tres. Pero esto es como todo -menos para la corona-, no cae del cielo, hay que currárselo sacando regularmente nuevos discos. Que gusten y vendan, reinventando o prolongando la formula. Sin nunca saber si vas a dar con la receta, enfrentándote a que tus fans te abandonen, los medios se te vuelvan en contra, llueven las críticas y dejen de hacer cola las chicas de antes. Saca el pañuelo, esto es Zola. La lista de artistas desaparecidos de un día para el otro se alarga a diario, igual le ha tocado el turno a Kasabian.
Por si acaso, antes de que ya nadie se interese por ellos y no puedan desahogarse públicamente, anunciaron hace poquitos meses que su próximo álbum –48:13, publicado hace dos semanas- sería un fuck you en toda regla lanzado a todos los que lo iban a criticar. Y por lo que he podido ver por ahí, son bastantes los fans que han puesto los gritos en el cielo, desconcertados por la nueva propuesta musical de este grupo de rock inglés, con diez años de carrera y cuatro discos de estudio, sin contar el último.
Porque de rock ya no queda ni rastro en 48:13. De ser durante una década los dignos herederos de Oasis, Stone Roses y Happy Mondays, han pasado a ser una banda de electro hip hop, con vagas reminiscencias de un pasado brillante. Ojo, no digo que no sea bueno –realmente lo es, tienen talento de sobra-, pero es tan diferente de los trabajos anteriores, que buena parte de los que los siguen desde el primer disco de 2004 –homónimo-, están que arden en los blogs y foros. Decepción para muchos. Otros les devuelven el fuck you y otras lindezas.
Sin embargo este tipo de apuesta por un cambio radical muchas veces es bueno, incluso saludable y vital. Renovarse o morir. 48:13 es la duración exacta del disco. Incluso pensaron en llamar cada tema por su duración en minutos y segundos. Pero luego convinieron que en concierto no pegaba, la cara de tonto del cantante –Tom Meighan– de tener que gritar 4:37 o 6:02. Precaución tal vez inútil, porque ahora no está garantizado que la gente siga yendo a sus conciertos. ¿Se va a reponer la banda de Leicester? Fuck you, dicen.