Ya os veo venir. “No es Fiouck, nos lo han cambiado”. Que no, no llaméis a la policía, no me han abducido ni sustituido por uno de Los 40. Soy yo, Fiouck, el del tomate verde, el de dios Elvis y los cuatro sosos de Liverpool. Yaaaaa, lo sé, Gloria Estefan en este blog parece mala ciencia ficción, como un grano en la cara. O un pedo rotundo justo antes del penalti en la final de un Mundial. A ver, ahora te explico lo que hace ella aquí. No es por el personaje, no es por Miami Sound Machine, no es por su carrera ni su discografía entera, es por una canción, una sola, que siempre me ha gustado, qué se le va a hacer, todos tenemos nuestras debilidades verdad?
Porque la verdad es que Gloria Estefan, como artista, no debería de estar aquí. Su etapa Miami Sound Machine es una ofensa al buen gusto y al sentido común. Y su etapa Gloria Estefan no mejora mucho la cosa –quitando esa canción-. Aún así no hablamos de una mindundi. Con sus 100 millones de discos vendidos a lo largo de sus 35 años de carrera, es decir más que la suma de sus dos hermanas de sangre Shakira y Jennifer López, se ha convertido en la artista latino más prolífica de la historia. Tiene siete grammys, una estrella en el paseo de la fama, restaurantes en Miami para dar de comer a toda África, dos hoteles, un club de football americano y una mansión donde hasta Ronaldo se sentiría pequeño.
Y como activista anti Castro tampoco. Ojo, lejos de mi el defender al régimen político de la isla, pero me enerva más aún la lucha emprendida por estos opulentos y corpulentos inmigrantes. Entiendo que se sientan cubanos, que sueñan con volver a pisar su tierra, pero francamente, declarar en los medios que “Raúl Castro es más abierto que su hermano por ser más capitalista” como ella dijo una vez, es una tomadura de pelo. Que alguien le recuerde cuántos ciudadanos del mundo han dejado de comer en los últimos años por la crisis desatada por el querido capitalismo de sus bancos. En fin, ella se siente cubana, muy bien; sueña con cantar allí delante de cubanos, muy bien; que no vendría mal un poco de reconciliación, cierto. Pero que se dedique a cantar, la historia se hará sin ella.
No, la Estefan está aquí por una canción, llamada Tradición. En 1993, publica su primer disco íntegramente en español, Mi Tierra. Producido por su marido y colega de trabajo, Emilio Estefan, es todo un homenaje a sus raíces cubanas. En él se pueden escuchar todas las vertientes de la música de Cuba. Tocan algunos músicos con pedigrí, como Cachao López –conocido como el músico que dio a conocer el mambo en los US en los años 50-, Arturo Sandoval –trompetista y pianista, amigo de Dizzy Gillespie– o Paquito D’Rivera –saxofonista y clarinetista, con varios grammys en su bolsillo-. El disco vende cerca de diez millones de copias en el mundo, de los que un millón aquí en nuestro país. Se extraen algunos singles famosos, como Con Los Años Que Me Quedan, Sí Señor, Mi Buen Amor. Pero la que me gusta es la última del disco, Tradición. Huele a Cuba como ninguna. Procede del guaguancó, un sub género de la rumba cubana; mezcla percusiones, canto y baile en una espiral endiablada de ritmos y alegría. Es imposible escucharla sin ponerse a bailar instantáneamente –bueno, exactamente desde el 1’45”-, con una sonrisa de oreja a oreja. Una canción que me pone de buen humor, qué más se puede pedir.
Te dejo con una versión Live de ella. Hala, a bailar.
Escucha Tradición, de Gloria Estefan
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