Hubo una época en la que Sting no podía hurgar en su nariz sin salir al día siguiente en portada de los magazine. Era EL artista, magnético, voz reconocible entre mil, big boss de un trio que había renovado por completo la escena musical inglesa, con un sonido vivo e inspirado, uniendo raíces punk y reggae para producir discos brillantes de pop rock triunfales.

Hoy, ni vomitando en directo sobre su traje de pana desgastado, con pañuelo asomando por el bolsillo de la chaqueta, en un programa de una pequeña tele local. Las últimas en invitarle, cuando tienen un hueco en la parrilla y que el panadero del pueblo no está disponible para explicar por décima vez en lo que va de año cómo hace la masa. Cuando la cámara enfoca al ex Police, la gente le confunde con el del estanco, ¿o será el frutero? Pececitos.

¿Wtf te pasó Gordon Matthew Thomas Sumner? Yo qué sé, no me contesta. Estará en el tinte, para recoger su traje. Realmente lo que le pasó fue esto, abandonar la parka kaki de Quadrophenia por un traje de cacique del pueblo. Seguro que nunca quiso dejar de ser profesor. Hoy estaría declamando sobre Platón, pipa en la boca y mirada seria, ante una audiencia de chiquillas soñando con arrancársela con los dientes. Con la edad se equivocaría de pañuelo para sonarse la nariz. Un viejo verde, nunca mejor dicho.

Es que me saca de mis casillas. Un mes después de abrir este blog, le dediqué una entrada a The Police y el álbum Synchronicity, por todas estas maravillas de canciones que contenía. Las vitales Synchronicity I y II, la soberbia Miss Gradenko, la suave King of Pain, y el monumento que fue Mother, desmadre paranoico grandioso. Pero Sting, maléfico Feyd Rautha Harkonnen en la adaptación al cine de Dune por David Lynch, quería volver a su campiña tranquila y su soft jazz de antaño, y dejó a la banda tirada por la cuneta.

[Hay que escuchar el martilleo de la batería de Synchronicty I, Stewart Copeland for President. El 21 de septiembre de 1983, dieron un concierto multitudinario a un kilometro de donde estaba yo haciendo de soldado cretino en un cuartel triste. La suave brisa de aquella dulce noche veraniega llevó a esta batería dantesca hasta mi ventana, fue algo más que rabia por no poder estar… Menos mal, sólo me quedaba una semana.]

Luego, sin que nadie le pidiera nada, se sintió invadido por la necesidad imperiosa de pontificar. “Descuida, soy Sting, voy a cambiar el mundo, peace on earth man”. Vanitas Vanitatis, con una pizca de suficiencia. Russians, Children Crusade, They Dance Alone, todos vanos intentos de hacer desaparecer a los villanos de un plumazo. Cual Bono irritante, sin chupa de cuero pero sí esa chaquetita de lana verde inglés, “que el tiempo es húmedo, coño”.

Tocó fondo –o se instaló en la cumbre, según el prisma de tu afición por él- con la famosa foto con Raoni Metuktire, figura emblemática de la lucha contra la deforestación en la selva amazónica. Que sí, que tengo bad milk, qué se le va a hacer. Desde luego que no es mala persona, está involucrado en múltiples causas, todo suma. Hoy es adepta del tantrismo y practica la meditación trascendental. Cómo no, todo normal.

Te dejo con dos canciones. Una, Mad About You, sacada al azar de uno de estos numerosos álbumes que sacó en los últimos veinte años sin que nadie se percatara. Ñoña pero bonita, sí sí, tan Sting. Y como sé que eres un vago y que no vas a ir al post sobre The Police, te vuelvo a poner Synchronicity I. Tremenda y energizante, me la paso en bucle. Lo mejor que puedes escuchar antes del zumito rock’n’roll y la misa pontífica.